Ahora el arsenal insurreccional apunta a la economía [Análisis de Oscar Schémel]

Con la legítima instalación y consolidación institucional de la Asamblea Constituyente no se termina el conflicto y tampoco culmina el plan de desestabilización contra Venezuela

Los contundentes resultados de las elecciones para la Asamblea Constituyente, que convocaron a más de 8 millones de venezolanos, demuestran que la derecha venezolana no ha acumulado las suficientes fortalezas políticas, sociales y simbólicas para cambiar la correlación de fuerzas dentro del país ni para derrocar al Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro.

La tentativa de restauración neoliberal sobre la base de la caotización del país, la neurotización de la sociedad, el descontento, la desesperanza y la despolitización de los sectores populares, fue derrotada el pasado 30 de Julio.

La oposición sobreestimó su potencia insurreccional. Pero sin duda subestimó al chavismo y a la sociedad en general, su madurez social y política, su profunda experiencia democrática y las cualidades simbólicas del pueblo venezolano.

La oposición confundió descontento con respaldo, confundió pueblo con redes sociales, confundió “salida ya” con vocación electoral, confundió Chacao y Baruta con todo un país, confundió violencia con soluciones democráticas.

Tampoco ha entendido los profundos cambios culturales y políticos que han ocurrido al interior de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

La derrota política de la oposición también tiene que ver con la condición de clase de sus dirigentes, en su mayoría provenientes de las clases medias y altas de la sociedad venezolana, en algunos casos con residencia en el exterior, sin conexión social ni política ni territorial con las mayorías populares, totalmente ajenos a sus expectativas, aspiraciones, imaginarios y cultura, como ha sido por lo menos durante los últimos 25 años.

Regresa la oposición a la estrategia electoral, ahora más débil, desarticulada, desconcertada y con una inmensa derrota a cuestas, pero se mantiene con más intensidad la ofensiva para hacer crujir a la economía venezolana, ejecutada desde trincheras internacionales, mediante desmesuradas agresiones contra el bolívar y los precios, el bloqueo financiero, el aislamiento internacional y el agravamiento de las dificultades cotidianas.

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Ahora el arsenal insurreccional apunta principalmente hacia la economía venezolana. Por eso, con la legítima instalación y consolidación institucional de la Asamblea Constituyente no se termina el conflicto y tampoco culmina el plan de desestabilización contra Venezuela.

Hoy la principal preocupación y la gran expectativa de los venezolanos están en las respuestas y soluciones a los problemas de desabastecimiento e inflación que puedan decidirse en la Asamblea Nacional Constituyentes y en las acciones del Presidente Nicolás Maduro.

La Constituyente permitió construir una promesa y una esperanza, pero como toda promesa lleva el sello de un acuerdo que compromete y obliga, dentro de cierto lapso, el fiel cumplimiento de lo ofrecido.

Ha sido acertado que las primeras resoluciones de la Constituyente se hayan concentrado en la consolidación de la Paz y la búsqueda de la Justicia. Pero ya es la hora de la Economía. Y con sentido de urgencia.

No hay duda que el fracaso de la estrategia insurreccional de la oposición le permitió al chavismo recomponer su histórica base social de apoyo y rescatar las expectativas de los sectores independientes.

El 30 de julio pasado, el centro político se movió claramente hacia el centro político del chavismo. Frente a la violencia criminal, el caos y la destrucción, la mayoría de los venezolanos depositó nuevamente sus expectativas en el Gobierno Bolivariano y en un mejor porvenir económico.

Esperemos que el chavismo no cometa el mismo error de desconocer, ignorar o desatender las nuevas realidades materiales y simbólicas.

Así como se ha consolidado una nueva conciencia social y política, también ha surgido una nueva conciencia acerca de la economía, asociada a un modelo mixto de propiedad, productivo y diversificado, una revalorización del sector privado como aliado y ya no como enemigo, la importancia clave del Estado como conductor de la economía, la sustitución de controles por reglas claras, dentro de un clima de conciliación de intereses, diálogo y articulación de esfuerzos.

De la misma manera, las ideas relacionadas con inversión, producción, promoción, trabajo y desarrollo, son conceptos que han surgido de manera transversal en todos los sectores sociales.

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Para que nunca más haya desabastecimiento ni inflación.

Para analizar esta situación, he invitado a Marco Teruggi, sociólogo, escritor, excelente analista, columnista de diferentes Portales y autor del libro “Lo que Chávez sembró, Testimonios desde el Socialismo Comunal”. Su entrevista será transmitida en el programa Análisis Situacional, este domingo 27 de agosto a las 7:30 pm por Globovisión.

Oscar Schémel, 23-08-2017

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