Prueba del Polestar 2 sin filtros ni florituras

No es un Tesla, ni pretende serlo. El Polestar 2 se presenta como una alternativa eléctrica con personalidad propia. No está aquí para imitar ni para ir de tapado. Llega con un diseño sobrio, escandinavo hasta la médula, y una filosofía de coche funcional que no busca llamar la atención con luces de neón ni pantallas gigantescas. Lo que propone es algo más maduro: un eléctrico bien construido, cómodo, rápido cuando toca y, sobre todo, coherente.

Si esperas una experiencia “wow” desde el minuto uno, igual no es tu coche. Pero si te importa más cómo se siente el volante, cómo pisa en curva o lo silencioso que es en autopista, entonces sí. Lo que propone Polestar es equilibrio. Sin vender humo.

Diseño que no se disculpa por ser diferente

No tiene una estética radical. No hace gestos extremos para parecer futurista. El diseño del Polestar 2 está lleno de líneas limpias, proporciones serias y una elegancia que recuerda más a un Volvo que a un concept car. Y eso tiene sentido: Polestar es una marca independiente, pero sus raíces están claramente en la casa sueca.

Por fuera es un fastback con pinta de berlina alta. Casi parece un SUV bajito, pero no llega a serlo. En fotos puede parecer sobrio, pero al natural impone por presencia. Los faros en forma de martillo de Thor, los detalles en negro mate y la trasera robusta le dan carácter sin necesidad de postureo.

Interior que apuesta por el confort silencioso

La primera impresión al entrar es de calma. No hay estridencias ni exceso de pantallas. Todo es limpio, bien rematado, con materiales que dan sensación de calidad real. Hay una pantalla central vertical que funciona con Android Automotive, lo cual significa que lleva Google integrado de forma nativa, con sus mapas, su asistente y sus aplicaciones.

El salpicadero es bajo, la visibilidad es buena y la posición de conducción es bastante ajustable. Lo que sorprende es lo bien que se han trabajado los detalles: mandos sólidos, climatización precisa, cero crujidos, y un aislamiento acústico que te hace olvidar que estás en mitad del tráfico de Madrid o Barcelona.

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Cómo se mueve realmente el Polestar 2

Aquí viene lo interesante. El modelo probado es la versión Long Range Single Motor, con tracción trasera y unos 220 kW (unos 295 CV), suficientes para hacer el 0 a 100 en poco más de 6 segundos. No es un coche de carreras, pero tiene fuerza y responde con decisión cuando se le pisa.

La entrega de potencia es lineal, sin tirones, sin efectos de montaña rusa. La suspensión es firme pero no incómoda. En ciudad filtra bien, y en carretera se nota asentado. No flanea, no se descompone. Va donde le dices, y lo hace con elegancia.

La dirección no es especialmente comunicativa, pero sí precisa. En curvas rápidas transmite seguridad, y eso se agradece en un coche eléctrico, que por su peso podría sentirse torpe. Aquí no pasa.

Autonomía y carga en la vida real

Según el ciclo WLTP, esta versión tiene una autonomía de más de 600 km. En uso real, depende de cómo conduzcas. En ciudad y trayectos mixtos, ronda los 500 sin problema. Si haces mucha autopista y no te cortas con el acelerador, baja. Pero sigue siendo muy competitiva.

La carga rápida permite pasar del 10% al 80% en unos 30 minutos si usas un cargador de 205 kW, que no son fáciles de encontrar todavía. En uno de 100 kW tarda un poco más, pero sigue siendo razonable. Y en casa, si tienes wallbox, en unas 7 horas lo tienes cargado del todo.

Detalles que sorprenden para bien

Uno de los mejores aciertos del Polestar 2 es el sistema de un solo pedal. Funciona tan bien que puedes olvidarte del freno en ciudad. La retención es suave pero firme, y una vez te acostumbras, no quieres otra cosa. También destaca el sistema de navegación con planificación de carga integrada, que calcula paradas, estaciones disponibles y autonomía restante con bastante precisión.

Los asistentes a la conducción funcionan bien y no son intrusivos. El control de crucero adaptativo es fluido, el mantenimiento de carril no mete volantazos absurdos, y todo se puede activar o desactivar con facilidad desde los menús.

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Lo que no tiene y no le hace falta

No encontrarás aquí una pantalla trasera de 40 pulgadas, ni funciones absurdas tipo karaoke, ni fuegos artificiales digitales. Y eso es precisamente parte del encanto. El Polestar 2 no pretende convertirse en tu parque de atracciones sobre ruedas. Pretende ser tu coche. Uno silencioso, seguro, bien hecho, que puedes usar a diario sin que te abrume.

Tampoco es especialmente espacioso en las plazas traseras, y el maletero (405 litros) no es enorme. Pero compensa con portón trasero eléctrico, doble fondo y un maletero delantero pequeño que te salva para guardar cables o cosas pequeñas.

Un coche para quienes quieren un eléctrico sin postureo

Después de esta prueba del Polestar 2, lo que queda claro es que está hecho para conductores que quieren un coche eléctrico sin sentir que están en un videojuego. Gente que valora el silencio, el control, la calidad y el equilibrio. Que no necesitan que el coche les hable todo el rato ni les haga sentir en una nave espacial.

En un mercado lleno de exageraciones, el Polestar 2 apuesta por la solidez. Y eso, aunque no se note en los vídeos virales, se nota mucho cuando lo conduces de verdad.

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